lunes, 26 de mayo de 2008

La represa.

En una cálida tarde de domingo, una familia proveniente de Suecia llegó a la República Argentina.
Esta familia era de apellido Eresins.
Se había instalado en un humilde barrio, lejos de la zona centrica de la ciudad.
A pesar de las diferencias de idioma y cultura, la familia es extraña. Tenían una rara forma de caminar, te miraban con desprecio cuando apenas alzabas la mirada; entre otras cosas muy peculiares de ellos.
La familia estaba constituida por 3 integrantes: La mamá, el papá, y un bebé recien nacido.
Un día, Carla, una niña de 12 años salió a pasear por su barrio.
Ella conocía bien a la familia Eresins. Observó, que en la represa, habían tirado mucha basura: desde botellas de vidrio, hasta pañales. -¡Es una asquerosidad!- Exclamó.
Al día siguiente, bien temprano, salió de su casa, con un par de guantes, una gran bolsa, y una pala.(Todo para recoger la basura)
Cuando llegó, refunfunio, ya que había el doble de basura que el día anterior.
Tiempo después, luego de estar desde las 8:00 de la mañana, hasta las 18:27 de la tarde, limpiando toda la basura que la gente irresponsable e inconsciente arrojaba en ese lugar, le llamó la atención, un objeto de dos colores: rojo y piel.
Cuando se acercó, vio a un bebé de la familia Eresins, todo ensangrentado, tirado sobre el pasto seco, y con una sola vestimenta... sus pañales.
La ñiña se asustó y corrió velozmente en dirección a su casa.
Luego a los gritos, le dijo a su madre que vió al bebé de la familia sueca, muerto en la represa del vecindario.
Rápidamente la madre dió aviso a las autoridades.
La policía llego inmediátamente al lugar.
Carla, les indicó donde estaba el bebe, y les comentó lo que estaba haciendo ella.
Cuando llegaron al lugar donde el supuesto bebé estaba, él, ni se encontraba por allí.
En horas de la madrugada, cuando Carla dormía en su cama, escuchó ruidos extraños, provenientes de la calle que estaba junto a la iglesia y al frente del comedor infantil.
Los sonidos eran insoportables, hasta que minutos después, la habitación quedo en silencio, y la niña, se tapó hasta la frente con las sábanas y acolchados.
De repente, Carla grito, y cuando sus padres corrieron hasta la habitación para averiguar lo que sucedía, ella, había desaparecido del lugar.
Fueron varias las semanas las que se buscaron a Carla, pero ella no aparecía por ningún lado.
La familia Eresins se había marchado misteriosamente de la ciudad, y sin dejar rastro.
La policía dejo de buscar a la desaparecida de Carla; horas después, la madre de Carla, (Teresa) busco una última vez a la desaparecida, con un pequeño grupo de oficiales.
Para su sorpresa, y la de todos los presentes, Teresa, encontró a su hija. Ella estaba degollada, tirada junto a una roca, con sus cabellos, metidos en la boca.
Pero no era todo, en su espalda, tenía grabado con sangre de su misma perona, una frase que decía:
"Volveré"

jueves, 8 de mayo de 2008

El Señor de la muerte

El señor de la noche:

En una ciudad llamada Guyungurá, la
gente estaba muy preocupada.

En el lugar, corría el rumor de que
una especie de “persona” por hací decirlo, melodea todas las
noches por el bosque, y por el pequeño poblada.

Algunas familias aseguran haberlo
visto, comentan que el ser vivo, no se le puede ver la cara ya que su
manto negro la cubre. Anda con un machete, parece la parca, ralatan
los vecinos de la localidad.

A pesar de dar afirmaciones precisas,
puede ser que lo que dicen no sea verdad, pero también puede serlo.


A la mañana siguiente, a las afueras
de la ciudad, el honrado y respetado doctor Kilenswi,vio, que en un
árbol que estaba situado frente a su casa, estaba un muchacho,
ahorcado en la copa del vegetal; sin dudarlo, Kilenswi, dio aviso a
las autoridades.

Frente a una multitud generada por
policías, civiles y reporteros, bajaron el cuerpo sin vida.


Minutos después, la señora Tuniaq,
identificó el cuerpo, que casualmente era de su sobrino.


Pero, algo mas le pasaba a ese cuerpo.


Cuando lo dieron vuelta, uno de los
policías advirtió, que en la espalda del joven asesinado, había un
mensaje escrito que decía:


“No me busquen, no pregunten por mi, porque si eso hacen,
multiples muertes ocurrirán, y harán desdichada esta ciudad.



Firma: La parca”

Las personas de la ciudad, empezaron a
preocuparse y a gritar, de dolor y preocupación.

De repente, una sombra se asomó junto
con una arma blanca.


La parca estaba frente ellos.


La multitud quedó en silencio. El
demonio levantó su machete sobre sus hombros, y al bajarla, 7
cabezas quedaron dando vueltas por el piso de azfalto.


El señor de la muerte sobrevoló a las
personas y al volver a asgitar su arma, otras 7 vidas cobró, otras
siete personas muertas quedaron en el lugar entre ellos, la señora
Tuniaq.


Se detuvo por un momento, vió
detenidamente las caras de pánico y terror de las personas.


Al momento, luego de una sonrisa
malévola maligna y una carcajada malévola volvió a tomar su arma,
y siguió con su cacería.


Luego de un sangriento y letal
enfrentamiento contra los policías y los habitantes de la ciudad, el
sanguinario vestido de negro obtuvo su victoria.


Si alguna vez llegas a ir a la ciudad
de Guyungurá, verás los árboles caídos, el pasto seco, y sobre
todo, observarás desparramados por el suelo cientos de cadáveres,
con sus órganos escurriendo líquido vital, y al señor de la
muerte, volando sobre los cuerpos inertes; pero cuidate, puede
matarte, ya que lleva su machete.