jueves, 8 de mayo de 2008

El Señor de la muerte

El señor de la noche:

En una ciudad llamada Guyungurá, la
gente estaba muy preocupada.

En el lugar, corría el rumor de que
una especie de “persona” por hací decirlo, melodea todas las
noches por el bosque, y por el pequeño poblada.

Algunas familias aseguran haberlo
visto, comentan que el ser vivo, no se le puede ver la cara ya que su
manto negro la cubre. Anda con un machete, parece la parca, ralatan
los vecinos de la localidad.

A pesar de dar afirmaciones precisas,
puede ser que lo que dicen no sea verdad, pero también puede serlo.


A la mañana siguiente, a las afueras
de la ciudad, el honrado y respetado doctor Kilenswi,vio, que en un
árbol que estaba situado frente a su casa, estaba un muchacho,
ahorcado en la copa del vegetal; sin dudarlo, Kilenswi, dio aviso a
las autoridades.

Frente a una multitud generada por
policías, civiles y reporteros, bajaron el cuerpo sin vida.


Minutos después, la señora Tuniaq,
identificó el cuerpo, que casualmente era de su sobrino.


Pero, algo mas le pasaba a ese cuerpo.


Cuando lo dieron vuelta, uno de los
policías advirtió, que en la espalda del joven asesinado, había un
mensaje escrito que decía:


“No me busquen, no pregunten por mi, porque si eso hacen,
multiples muertes ocurrirán, y harán desdichada esta ciudad.



Firma: La parca”

Las personas de la ciudad, empezaron a
preocuparse y a gritar, de dolor y preocupación.

De repente, una sombra se asomó junto
con una arma blanca.


La parca estaba frente ellos.


La multitud quedó en silencio. El
demonio levantó su machete sobre sus hombros, y al bajarla, 7
cabezas quedaron dando vueltas por el piso de azfalto.


El señor de la muerte sobrevoló a las
personas y al volver a asgitar su arma, otras 7 vidas cobró, otras
siete personas muertas quedaron en el lugar entre ellos, la señora
Tuniaq.


Se detuvo por un momento, vió
detenidamente las caras de pánico y terror de las personas.


Al momento, luego de una sonrisa
malévola maligna y una carcajada malévola volvió a tomar su arma,
y siguió con su cacería.


Luego de un sangriento y letal
enfrentamiento contra los policías y los habitantes de la ciudad, el
sanguinario vestido de negro obtuvo su victoria.


Si alguna vez llegas a ir a la ciudad
de Guyungurá, verás los árboles caídos, el pasto seco, y sobre
todo, observarás desparramados por el suelo cientos de cadáveres,
con sus órganos escurriendo líquido vital, y al señor de la
muerte, volando sobre los cuerpos inertes; pero cuidate, puede
matarte, ya que lleva su machete.


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