Pensó que nadie sospecharía de él.
Días después, cuando se bañaba, comía y antes de dormir, sentía ruidos extraños, sonidos como de latidos de un corazón. Se sentía atormentado, ya que a cualquier cosa o persona que se le acercaba, sentía los latidos de un corazón. Tum - Tum - Tum - Tum, retumbaba día tras día en su cabeza.
Un día, enloquecido por completo, decidió no salir de su cuarto.
Y lo hizo durante una semana.
Muriendo frenético, Pablo trató de dormir.
Pero en cada sueño, el fantasma de Ascot Yay, se le aparecía.
Así que, se adelantó, y decidió ahorcarse con una toalla.
Pensó que así se salvaría de sus pecados y dejarle un homenaje al difunto británico.
Imagen tomada de http://www.linkmesh.com/
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