martes, 4 de marzo de 2008

Los muertos atacan

Parte I

Revivimos!

En la ciudad de coronel Velázquez, había un cementerio llamado Roswell, del que según dicen, cada noche, podes oír golpes, provenientes de los féretros.

Un grupo de adolescentes se encontraban merodeando por ahí.

Decidieron entrar al necrópolis, a romper un poco.

Luego de unos quince minutos, se marcharon.

Pero hay un dicho; “Si molestas a un muerto, un muerto te molestará a ti”.

Y así fue.

A la siguiente noche, los cuerpos, aparentemente, sin vida, se levantaron de sus tumbas, dejando hoyos en el piso, y destrozados sus ataúdes.

Una niña, de unos seis años, sepultada en el cementerio, se levantó junto a su muñeca.


Caminaron sin cesar asesinando todo a su paso.

Su primera víctima fue, Rafael Pedroza, un anciano que caminaba tranquilamente.

Su técnica de asesinato, era, decapitar, introducir sus manos a través del cuello, y arrancar sus órganos para luego devorarlos.

Hicieron eso unas setenta veces.

Se detuvieron, porque se habían encontrado a un grupo de chicos; los mismos que entraron a sus sepulcros a destruir.

Los cuatro muchachos llamados Carlos, Bruno, Joaquín y Daniel; huyeron de ahí, al instante, y luego buscaron refugio en una humilde plaza.

Tan sólo con la mirada se preguntaron ¿Qué fue eso?

Pasaron desapercibidos.

Cuando los zombie se marchaban, los adolescentes salieron al trote, con dirección a la casa de Bruno, que era la que estaba mas cerca.

Buscando en la pequeña biblioteca que había en su casa, Joaquín encontró un libro, antiguo, según decía la fecha de su elaboración, y su nombre era, Leyendas y maldiciones.

En ese texto, había una maldición, que hablaba del mismo cementerio de su ciudad, el cementerio Roswell.

Al comenzar la invención, decía un dicho: “Si molestas a un muerto, un muerto te molestará a ti”.

También dice, que si un muerto sale de su estado normal, o sea, que se convierte en un zombie, o está en un estado de “Muerto viviente”, hay que devolverlo al cementerio.

-¿Y cómo lo devolvemos?- preguntó Carlos.

-Un humano tiene que ingresar al cementerio y tocar cualquier lápida, con la yema de los dedos, antes del amanecer, o si no, tendremos que esperar hasta la siguiente noche-

Salieron a la calle muy entusiasmados, pero en la puerta, los estaban esperando, los putrefactos caníbales.

Los jóvenes se introdujeron nuevamente en la casa, y salieron inesperadamente, por la puerta trasera de la casa.

Cuando los vieron correr con rumbo al cementerio, Carlos, Bruno, Joaquín y Daniel, ya se encontraban, a una cuadra de distancia.

Los siguieron a toda velocidad, para sorpresa, de los chavales, eran muy veloces, para haber estado más de diez años bajo tierra.

Los chicos llegaron primero, Daniel, fue el que presionó una lápida con la yema de sus dedos, provocando que los muertos vivientes, en contra de su voluntad, retornaran al cementerio.

A pesar de que ellos creyeran que habían hecho todo bien, hicieron algo mal; en la maldición, también decía que los humanos, tenían que salir del sepulcro, antes, de que algún difunto vivo, lo pisara.

Para los zombie, la puerta de su escape, seguía abierta; a la noche siguiente, volvieron a escapar.

Esta historia continuará…

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